Felicidad


Este domingo la homilía de la misa correspondiente al cuarto domingo de adviento se movió en torno a la idea de lograr una felicidad plena y permanente por el contacto intimo con Dios.

No me siento en este momento de la vida una persona tan cercana a Dios, pero sí puedo decir que siempre el balance diario tiende a la felicidad. O más bien debería decir casi siempre, pues no niego que hay veces en que me parece que el mundo se viene encima y no encuentro las fuerzas para afrontarlo todo... pero me pasa muy pocas veces en realidad.

Me gusta ese estado basal de felicidad solo por ser, ese estado que a veces crece tanto que no puedo evitar sonreír porque sí, sin una razón puntual, sin necesitar una excusa o razón. Muchas veces me ha pasado que ante el cortés saludos diario de "¿como has estado?" respondo "bien, me siento bien", o "estoy contento hoy" y la respuesta suele ser "¿y por qué?". Como si necesitara una razón.

Hay veces en que realmente siento que al respirar o ver el azul del cielo me envuelve una alegría, como si la vida misma me abrazara o me sonriera. Entonces siento casi la necesidad de compartir esa alegría a través de una sonrisa y/o un abrazo, aunque muchas veces quienes lo reciben no lo comprendan del todo.

Y así sin más comienzo a sospechar que esa alegría basal surge de la convicción de hacer las cosas lo mejor posible.

Y así sin más pienso que realmente se puede encontrar más alegría al vivir con una vocación de servicio al otro que buscando la felicidad propia.

Y así sin más espero no volver a perder la perspectiva de estas convicciones importantes...

1 ... sin más:

Roberto dijo...

puede que no seas tan cercano a Dios, pero estas lo suficiente como para repeler flaites... xD