Menos vida, pero mejor!


Acabo de leer como uno de los Reviews de Nature de este mes trata sobre como la perdida de microbiota en los humanos de paises desarrollados puede ser la causa del aumento de obesidad y alergias en la población.

¿Que tiene que ver esto con un título que suena casi a campaña política? Se preguntarán seguramente. Pues este tema me hizo recordar otro que hace un tiempo ha salido y reflotado con bastante continuidad en este último tiempo: mi percepción sobre los problemas de la vida santiaguina y su extensión al carisma de país.

Santiago tiene diversas cosas interesantes, con una infinidad de posibilidades en todo aspecto como una de las mejores. Pero también, como he conversado con más de una persona en el último par de semanas, hay dos cosas que son las que más me molestan, ambas con consecuencias profundas en la forma de ver la vida.

La primera circunstancia es la demora en los viajes. Queda todo tan lejos que uno pierde cada día entre 3 y 5 horas de la vida (por lo bajo) en solo transportarse de un lugar a otro. Con esas condiciones es lógico que el cansancio se acumula y las horas para compartir disminuyen, además en las horas de mayor tráfico los viajes son aún más lentos e inevitablemente estresantes.

Lo segundo, me impresiona la frecuencia con que veo una carencia de vida familiar. Cada uno come a sus horarios, a veces incluso comen cosas distintas. No hay sobremesa, no hay discusión de los hechos del día a día. Más de alguna vez he visto como cada miembro de la familia tiene un PC o TV para uso propio en su propio lugar de la casa, de manera que "no hay peleas" por que ver en la TV, en lugar de buscar compartir alguna película, seguir juntos una serie... buscar el equilibrio entre los gustos de todos.

Así es claro que existe una soledad implícita, aún en el propio hogar. Un sentimiento de opresión, un sentimiento de no-pertenencia con lo propio, una búsqueda de libertad e individualidad (muchas veces con rebeldía), el reconocimiento con otros, la búsqueda de complemento en pareja que se mezcla con la incapacidad de compatibilizar o compartir y el circulo vuelve a empezar una y otra vez. La necesidad de "carrete" casi constante donde olvidar la vida por un momento y simplemente ser, siendo nada.

Y en el otro extremo una rica vida familiar, la bondad natural, la simpatía, empatía y amistad solo por ser, pero generalmente con una carencia de recursos o actividades (o la necesidad de aquello que no se tiene). La vida de provincia y en especial de campo llena de bienestar en lo espiritual y emocional, pero con una sensación de estancamiento o "fome" para el globalizado mundo actual.

¿Que prefieres? ¿Cantidad o calidad?

Y así sin más me pregunto: "¿existirá un equilibrio?"

Y así sin más me parece que este Santiago necesita urgentemente una des-centralización y un reencuentro con la vida familiar.

Y así sin más me parece que la idiosincrasia de nuestro país nace fuera de la no-carismática ciudad.

Y así sin más a veces me siento perdido en medio de dos mundos...

Los pendientes...


Tres días seguidos sin ver Kiba (¿se habrán librado los Kar-ju de la invasión Simoxian?)
Dos domingos consecutivos sin ir a misa (ya apenas recuerdo el último evangelio escuchado)
Un escrito de tesis aún no finiquitado (¿donde creen que están las prioridades actuales?)
Un Agnus Dei e Ite missa est por aprender bien

Pero las cosas más cercanas por lo general están más cerca a finiquitar, mientras que otros proyectos pendientes se aplazan una y mil veces ante la presión de las necesidades actuales o simplemente de la búsqueda de algo nuevo o la necesidad de un descanso extremo y desconexión total... y este escrito mismo es un pendiente más, pues estas ideas surgieron y se redactaron ayer, esperando su turno para verse al fin plasmadas en este rincón virtual.
Ayer el día empezó tardío y reveldemente no planificado. Me gusta despertar pensando en lo que debo hacer, tener una lista mental de puntos a proyectar en el día, dando las prioridades correspondientes. Pero ayer fue especial, pues mi mente se obstinaba incluso a aplazar este sencillo y cotidiano acto, hasta que fui a dar en el clavo de como las cosas se acumulan con el tiempo.

Pokémon Tablero Misterioso, uno de los grandes proyectos retomados este año: Pendiente.
Mundo Avatar segunda edición: Pendiente (¿se aburrirán finalmente en su larga espera quienes me han pedido les haga saber apenas esté terminada?¿Perderán el interés las personas que apoyaron y creyeron en mi proyecto inicial y ofrecieron su ayuda para hacer una segunda edición mucho más elaborada, sobretodo en lo que a diseño corresponde?)
Escrito aún sin nombre: Pendiente (como será que aún no hay un título para la historia de Sofía y "Juanucho")
Junta Ñoñocturna: Pendiente
Cafecito con galletas por Melinka: Pendiente
Crónica de Mundo Avatar: Sueños y Pesadillas: Pendiente
Crónica de Aquelarre: Pendiente (ni recuerdo el nombre :( )
Capítulos de la cuarta temporada de Heroes: Pendiente. Número de series de TV, anime y demases por ver... uff, perdí la cuenta....

Pero me gusta también pensar que siempre, al final del día, puedo decir que he logrado algo... nuestros logros y aprendizajes diaros forman parte de lo que llamamos esperanza, ¿no?

Y así sin más las cosas suman y suman

Y así sin más algunas ideas quedan relegadas al olvido

Y así sin más el contacto con personas importantes se pierde tristemente

Y así sin más la vida sigue... algo se va, algo nace... otros esperan

La Música de las Esferas


En el año 530 a. C., Pitágoras, filósofo griego, desarrolló en forma metódica una relación entre los planetas y su «vibración numérica». Le denominó "la música de las esferas". Mediante su método de numerología descubrió que las palabras tienen un sonido que vibra en consonancia con la frecuencia de los números como una faceta más de la armonía del universo y las leyes de la naturaleza.
(Wikipedia: Numerología)

Siempre me ha llamado la atención este concepto, aunque hasta ahora en realidad no había buscado bien lo que significa y solo me quedaba con la idea que iba formando entre una y otra alusión.

Me impresiona pensar que cada planeta, estrella y cuerpo celeste que nos rodea posea su propia vibración y que la relación entre estas vibraciones sea una suerte de música perfecta. La música de las esferas tiene que ver con el sonido puro y perfecto, con una relación matemática exacta de frecuencias y longitudes de onda... concepto hace mucho abandonado por nuestra actual música temperada.

"No podemos escuchar la música de las esferas", estas ondas van más allá de nuestra percepción auditiva, pero tal vez la música de las esferas no está tan alejada realmente de nuestra percepción, o al menos no del todo...

Este concepto siempre me ha impresionado porque coincide muy bien con mi visión de la vida misma, la forma en que siento al interactuar con el mundo... y es que en el fondo no somos más que la unión e interacción de pequeñas partículas de nada, pequeños cuantos de energía con características definidas, onda y partícula, vibración y movimiento...

Y no solo en la percepción e interacción material con el mundo material. También las emociones mismas, las propias, las de otras personas e incluso de animales (y porque no plantas también) me parecen que actúan como sonidos que vibran resonando, complementando o interfiriendo con todo a su alrededor... y esta es la base de mi empatía... cosas que no se poner en palabras, pero que siento en crescendo, decrescendo, ritardando, acelerando, stacato...

Y así sin más la vida y toda la existencia de esta realidad me parece una música continua e imperecedera... una melodía que no puedo dejar de sentir en todo momento...

Y así sin más soy consiente de como la música puede afectar nuestro animo y me pregunto: afecta más allá?... podemos alterar la realidad con la música?... con nuestro canto imperfecto y alejado de la música de las esferas?

Y así sin más afirmo: no sé de música, pero si algo sé de sonidos....