Verde...


-Me encanta conversarles, ¿sabes? - Pausa dramática - También me encanta la suavidad de sus hojas y su frescura.

El rociador esparció finas gotas que fueron a brillar por el aire para caer sobre las verdes hojas. Acto tan simple que en sus manos parecía la pincelada maestra de un famoso pintor o el detalle perfecto en manos del artesano.

- No me mires así, no es para tanto. - Pausa dramática - No es como si me afectara la locura o algo.

No hubo respuesta, nunca la había.

Se acercó con ternura, con una suave y radiante sonrisa...

Así sin más, abrazó su leñoso tronco.

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